A medida que llegaban los resultados en los Estados clave y Trump sumaba victoria tras victoria, se disparaba el desconcierto de los especialistas en sondeos, de los estrategas demócratas, los mercados financieros y las cancillerías occidentales. La victoria en Florida, Estado que el presidente Barack Obama, demócrata como Clinton, ganó dos veces, abrió la vía para la victoria de un magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad que ha sacudido los cimientos de la política tradicional. Trump ganó después en Carolina del Norte, en Ohio y Pensilvania, entre otros Estados que Clinton necesitaba para ganar.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca puede suponer una ruptura con algunas tradiciones democráticas de EE UU como es el respeto a las minorías y con la tranquila alternancia entre gobernantes que discrepaban de su visión del país, pero no en los valores fundamentales que le han sostenido desde su fundación.
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